10 de agosto de 2011

en tus zapatos!


Como algunos ya saben estoy estudiando fotografía. Ayer me puse a ver un par de fotos (era una tarea pendiente desde que empecé) en un libro que me prestaron de fotografías... La cosa es que pasando fotos vi una de una nena con unos zapatos muy muy grande y pensé, que loco no? Quien no se ha puesto los zapatos de mama cuando era chico!

Creo que no hay mujer que de niña no haya jugado con la ropa, los maquillajes y los zapatos de mama… confieso que no era algo que yo hiciera seguido, solo cuando a mi hermana se le ocurría jugar, pero que divertido solía ser estar tratando de hacer equilibrio arriba de esos zapatos tan altos, eso si que era realmente caminar en los zapatos de otro.

Que lastima que una vez que crecemos y nos ponemos mas grandes no conservamos ese lindo “juego” o “aventura” de caminar en otros zapatos, de caminar al menos unos pasos en el lugar de nuestros compañeros, eso que algunos pueden llamar empatía y que, lamentablemente, poco se ve.

En comunicación nos enseñan que la empatía es FUNDAMENTAL para comunicarnos entre los seres humanos. La empatía es la capacidad que tenemos para conectarnos y responder a las  necesidades del otro, compartir sus sentimientos e ideas. Normalmente cuando crecemos nos ponemos nuestros propios zapatos y nos olvidamos de ponernos en los zapatos del otro, es decir, de comprender al otro. Obvio que esto no es tan sencillo como escribirlo/decirlo: ponerse en los zapatos de otro, mirar con los ojos del otro o simplemente ocupar el lugar del otro.. no es tarea fácil pero sin duda alguna, todos, en algún momento, nos preguntamos alguna vez, ¿Porq no podes ponerte en mi lugar…? Lo preguntamos pero, ¿somos capaces de tomar el lugar del otro sin señalarlo por no ponerse en nuestro lugar?

Necesitamos que caminar en los zapatos de nuestro prójimo no sea caminar con una piedra en el zapato... Necesitamos cultivar la capacidad de entender, impulsar la voluntad de escuchar…

Ponerse en los zapatos de mama cuando uno es chico es divertido pero llega un momento en que esos zapatos ya no nos quedan y nos toca ponernos nuestros propios zapatos… Seguramente tendré que practicar y mejorar pero de algo estoy segura, intentaré no solo usar mis zapatos… si no también, seguir aprendiendo a caminar en los zapatos ajenos

1 de agosto de 2011

Cicatrices


Mi cicatriz: 19 puntos.
Hoy por la mañana tuve una linda conversación por chat facebookeano con una amiga de siempre. Me contaba, entre otras cosas, que se cayó y tuvieron que darle 5 puntos en su rodilla. Pequeño garroncito se ha comido por el mal estado de las calles de San Justo y seguramente, algo de despiste de ella… jeje. Nos hemos reído bastante pero después la conversación se puso mas profunda. Hablamos de las cicatrices… sé que no todos pero yo llevo con la frente en alto mis cicatrices… jamás me haría ninguna cirugía, ni siquiera en una bien grande que tengo en mi mano izquierda que requirió de 19 módicos puntos.

No se porque a veces los seres humanos queremos esconder las cicatrices, si las tenemos y sobrevivimos a ellas deberíamos mínimo estar contentos de que hemos sobrevivido y seguramente también aprendido, no?

Tuvimos el tiempo necesario para el dolor, para los cuidados que requirió el corte y hoy es solo una cicatriz, una cicatriz que nos recuerda que a pesar de todo ACA ESTAMOS, que seguimos…
Miente quien diga que no tiene cicatrices, visibles o no, cada uno de nosotros seguro tiene algunas cicatrices que ya forman parte de nuestra fisonomía y con esto no hablo de las cicatrices que dejan las caídas, si no aquellas que son en el alma, en el corazón, esas que son quizás invisibles ante los ojos de otros: las cicatrices de la vida. Huellas de amores pasados, dolores, penas, fracasos o una simple añoranza de tiempos idos… esas heridas que lleva el alma… No podemos borrarlas, ni ignorarlas, ni olvidarlas, solo están allí, y detrás de cada cicatriz hay una historia.

Las cicatrices son esos tatuajes que no hemos elegido tener pero que sin embargo viajan y viven con nosotros. Ahora simplemente no entiendo a quienes se enojan con Dios por sus cicatrices... sería algo así como culpar al medico porque tenemos algún dolor… suena loco no? Creer que aquel que sufrió heridas no comprenderá las tuyas… Para pensarlo.
Quien vive, quien ama, quien siente...no puede ir por la vida sin heridas ni cicatrices... pero sabes que creo que debemos, con mucha paciencia y ayuda (quizás), aprender a de alguna manera u otra sanarlas.
A mi modesto entender, creo que no debemos lamentarnos por ellas (aunq nos duelan en el alma).
Esas cicatrices, esas marcas, después de todo, son el recuerdo más palpable, más contundente de que estamos vivos.

Que tengas linda semana, y un excelente Agosto!